jueves, 16 de abril de 2009

Intervención Educativa

INTERVENCIÓN EDUCATIVA

La resiliencia permite una nueva epistemología del desarrollo humano que enfatiza su potencial. Los tres campos de investigación de la resiliencia posibilitan: desarrollarse de forma positiva a pesar de la experiencia de un ambiente de alto riesgo, tener competencias constantes ante situaciones de estrés agudo o crónico y sanar de un trauma. Como el riesgo siempre está presente, es necesaria una pedagogía preventiva para estudiar los factores protectores que pueden ayudar a salir avante.
El estudio del «riesgo» en la vida de profesores y alumnos y la detección de infinidad de «factores de riesgo» contribuyeron a crear una sensación de desa-liento. Incluso se llegó a pensar que los riesgos generalizados en la vida condenan inexorablemente a una creciente cantidad de jóvenes a desarrollar consecuencias negativas: deserción escolar, bajo aprovechamiento, adicciones.
La experiencia sugiere que los estudiantes resilientes encuentran un docente favorito que se convierte en un modelo positivo y ejerce una fuerte influencia en sus vidas; les brinda calidez, afecto y trato con tono humano. A los estudiantes resilientes les gusta la escuela y la convierten en su «hogar fuera del hogar», en un refugio de su ámbito familiar disfuncional.
Las escuelas con directivos y maestros resilientes son exitosas y tienden a mantener estándares académicos elevados. La clave fundamental es que la escuela sea capaz de ofrecer refuerzo a los factores de protección. La responsabilidad del maestro es detectar a los estudiantes «en riesgo» y ayudarles a construir su resiliencia para desarrollar habilidades que les permitan acceder a una vida significativa y productiva.

PILARES EDUCATIVOS DE LA RESILIENCIA

Enriquecer los vínculos. La alteridad juega un papel definitivo al reconocer el ego frente al otro. Existe la necesidad de ayudar al alumno a vincular el rendimiento escolar con su estilo de aprendizaje preferido.
Fijar límites claros y firmes. Establecer con claridad las expectativas que se tienen del estudiante y enseñarle a asumir las consecuencias de sus actos.
Enseñar habilidades para la vida. Cooperación, resolución de conflictos, estrategias de resistencia y asertividad; habilidades de comunicación, competencias para la resolución de problemas, etcétera.
Brindar afecto y apoyo. Implica proporcionar respaldo y aliento incondicional. Para superar la adversidad se requiere la presencia del afecto y de la ternura que no siempre se recibe de la familia. Las reformas educativas reconocen que un ambiente afectivo es esencial para el éxito académico.
Establecer y transmitir expectativas elevadas. Las expectativas tienen que ser elevadas pero realistas, de lo contrario no lucharán por lograr sus objetivos y se sentirán subestimados.
Brindar oportunidades de participación significativa. Otorgar a los estudiantes, a sus familias y al personal docente una cuota de responsabilidad: oportunidades de resolver problemas, tomar decisiones, planificar, fijar metas y ayudar a otros.

Elvia Marveya Villalobos Torres, Edith Castelán García

No hay comentarios: